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Testimonios

La experiencia del viaje a La Casa es transformadora. Algunas de las personas que vinieron en mis grupos comparten sus historias aquí, que sirven como ejemplo:

 

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“Para nosotros - mi hijo, mi esposo, mi hija Lucia y yo - nuestra visita a Abadiânia fue la esperanza que no tuvimos en Perú. A Lucía le diagnosticaron un tumor inoperable en la base del cráneo, nuestra experiencia (de la Casa) fue muy linda y sanadora, entendimos muchas cosas y conocimos gente valiosa con mucha espiritualidad, mi hija está muy bien, haciendo su vida como no podía creer hasta antes de visitarlos, muchas gracias eternamente” – Maritza de Perú.

 

 

“Llegué a la Casa de Don Ignacio por recomendación de un amigo. Cuando me hablaron de la Casa yo me estaba debatiendo entre un tratamiento convencional para la cura de cáncer de mama o no hacer nada. No sabía qué decisión tomar, las dos opciones me asustaban. Yo era vegetariana, hacía yoga y tenía recorrido un largo camino de autoconocimiento...y empezaban a caerse las creencias...... Lo único que quería era calmar el miedo para poder tomar una decisión. Y llegó a mi vida la Casa, como un bálsamo para el alma. En la Casa, encontré guía, cuidado, amor. Con respecto al cáncer me curé y sané. Seguí el tratamiento de la medicina convencional y continué zambulléndome en mi interior. La Casa me enseñó tantas cosas: a confiar, el Amor por mí misma...y el Perdón como el regalo mayor que me pude ofrecer. Y conocí personas maravillosas. Mi paso por la Casa se resume en una sola palabra: Gratitud.”  – Viviana de Argentina.

 

 

“Después de mi experiencia de sanación espiritual en la Casa de Don Ignacio de Loyola en Abadiânia, sentí en mi interior un cambio de conciencia. Puedo decir con certeza que no soy la misma persona después de esta experiencia. Hoy en día puedo escuchar la voz de mi conciencia, tomar mejores decisiones, vivir en armonía y sentir que soy capaz de hacer todo lo que me proponga. Definitivamente en una experiencia que transforma vidas. Mil gracias Andrea por esta labor tan bonita. Namaste. Bendiciones.” – Solángela de Colombia.

 

 

“Desde mi primer viaje a La Casa en 2015 mi salud física y mi vida en general (y la de mis compañeros de viaje) fue transformada de manera positiva y permanente. Tres años antes me habían diagnosticado una enfermedad crónica compleja para la cual no hay cura conocida. Mi capacidad funcional en una escala de 1 a 10 era 2 (es 9 para la mayoría de la gente sana que trabaja a tiempo completo). Llegué a la Casa en silla de ruedas, no podía caminar o estar de pie o hablar por mas de 5 minutos sin estar completamente agotada y con síntomas intensos. Después de mi primer viaje, en el ultimo día mi energía incrementó, pude asistir a la primera sesión de corriente en La Casa estando sentada por horas, pude hablar con mas energía y hasta pude caminar un par de cuadras sin colapsar.  Después de mi segundo viaje en 2016 mi capacidad funcional subió a 4 de 10, necesitaba taxi para desplazarme unos pocos metros (300) de la Casa al hotel, puede asistir a todas las terapias, estar sentada en la corriente y hasta estar de pie por media hora.  En el tercer viaje, en 2017, ya retomé algunas de mis actividades normales, intercalando actividad y descanso (podía caminar y sentarme por periodos de 45 minutos, conversar, realizar labores livianas de limpieza y las rutinas de la vida diaria), mi capacidad funcional subió a 6 o 7 de 10.  En mi ultimo viaje en el 2018 pude retomar todas las actividades excepto las pesadas o demasiado prolongadas.

La Casa de San Ignacio es el lugar mas extraordinario que he conocido en este planeta.  La Casa es un espacio donde las fronteras entre los planos físico mental y espiritual se diluyen, y con la claridad nunca antes vivida, podemos vernos a si mismo, al mundo y a la fuerza que mueve el universo. Con esa claridad y en profunda introspección emprendemos un viaje de transformación de nuestra vida y a su paso nos sanamos física y mentalmente.  

Cada persona vive de forma diferente su proceso. No importa si uno está completamente sano, siempre hay oportunidad de avance espiritual.  Si se tiene condiciones de salud física o mental, ya sea ansiedad, depresión o problemas financieros, o se tenga diagnóstico de cáncer, enfermedades autoinmunes, fibromialgia, enfermedad de Lyme, esclerosis múltiple, síndrome de fatiga crónica, artritis etc., cada persona recibe sanación mental y espiritual y, cuando el tiempo es apropiado, sanación física.

Hoy, cinco años después de mi primer viaje, puedo decir con certeza que llevaré en mi corazón a La Casa de 

Don Ignacio, a las entidades de Luz y a todos quienes nos acompañan en ese hermoso viaje.” Mónica de Canadá.

 

 

“Cuando me enteré de la Casa de Don Ignacio de Loyola, a través de un libro, sentí un gran deseo interior de viajar a Abadiânia en la siguiente fecha prevista para 3 meses mas tarde, en abril de 2018. Por ello me contacté con Andrea, quien me fue acompañando en mi preparación y para las experiencias que iba a transitar, fue un proceso personal muy profundo y revelador, tomé conciencia de muchos aspectos que se me fueron revelando. Además, se me presentaron varias situaciones familiares que podrían haber suspendido mi viaje, pero tuve una gran certeza y asistencia para realizarlo. Durante las 2 semanas de estadía en Abadiânia experimenté la sanación de mi alma y de mis emociones además de tener muchas experiencias maravillosas, tuve un despertar de mi conciencia, siento que fue un antes y un después en mi vida.

La experiencia fue tan intensa que sentí nuevamente el deseo de volver en octubre del mismo año, y gracias a la guía y acompañamiento de Andrea, las experiencias antes, durante y después del viaje fueron muy transformadoras, en todos los niveles.

Siento una gran gratitud hacia Andrea y hacia toda la comunidad de la Casa, ¡por ello espero volver pronto!”- Cecilia de Argentina 

 

 

“Mi marido y yo llevábamos 4 años de matrimonio cuando decidimos buscar tener un hijo. Seis años después y habiendo realizado numerosos tratamientos con algunos de los principales especialistas en fertilidad del país, no habíamos logrado tener un hijo. Yo no quedaba embarazada. Había oído hablar sobre La Casa en un programa de TV años antes cuando yo estaba en la universidad. El narrador dijo “cientos de personas viajan todos los días a un pequeño pueblo de Brasil en busca de un milagro”. Recuerdo que ese lugar y lo que esas personas dijeron resonó en mi corazón y sentí que era verdad. Años después, a medida que me iba quedando sin alternativas y después de mucho esfuerzo, un día recordé ese programa. Investigué un poco y encontré La Casa de Don Ignacio. Una semana después mi madre y yo estábamos en el avión para ir a la Casa. No sabía qué esperar de todo eso, quizá no era real y terminaría terriblemente decepcionada.

La primera vez que ingresé al salón principal de La Casa sentí lo que se puede describir como una Gracia. Sentí que un enorme peso se me retiraba y yo me liberaba de él. Como si estuviese en casa. Por la primera vez en años sentí que independientemente de lo que sucediera, todo iba a estar bien. Desde ese momento mi vida espiritual cambió. Este fue el comienzo de un camino largo y profundo de sanación, en el que aún me encuentro al día de hoy. Cuando regresé a mi hogar, después de ese viaje, quedé embarazada de mellizos, pero lamentablemente perdí ese embarazo.

Regresé de inmediato a La Casa para continuar con mi trabajo. San Francisco Xavier estaba incorporado esa vez, y cuando me presenté ante él, me tomó la mano y con un tono calmo y compasivo me dijo: “Sé sobre los bebés que perdiste. Escúchame, tendrás tu hijo. Él nacerá. Tendrás hijos”. Imaginen la alegría que inundó mi corazón. Cuando volví a mi hogar pensé que me iba a quedar embarazada de inmediato e iba a tener mi bebé, pero, aunque quedé embarazada, perdí varios embarazos. Cuando terminé de tomar los remedios de la Casa, quedé embarazada de nuevo de mellizos -un niño y una niña. En la semana 20 entré en situación de parto prematuro y perdí a la niña. Coincidentemente mi madre y mi hermana se encontraban en Abadiânia en ese momento, y pidieron por el bebé. Recordé las palabras de San Francisco Xavier “Tu hijo nacerá”. Los médicos nos dijeron que el bebé tenia 0% de posibilidades de sobrevivir, que es lo común en embarazos de mellizos, y que debían interrumpir el embarazo. Dijimos que “no”, que dejaríamos que el embarazo terminara naturalmente. Contra su voluntad, regresé a mi hogar a hacer reposo total, en actitud positiva y con fe. En junio del 2016, con 40 semanas de embarazo, el bebé nació saldable y hermoso. Seis meses después quedé embarazada de una niña que nació hermosa y saludable, y ahora tengo dos hijos impresionantemente hermosos y saludables, gracias a La Casa.” Verónica de EEUU.

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